Ejemplos históricos de tecnofobia como narrativa antidemocrática

La tecnología que desintermedía siempre ha sido rechazada por el statu quo que ha creado narrativa de miedo contra ella. Dos constantes: inicial rechazo a los inventos por el temor a que dañaran sus ingresos y aceptación final, cuando descubren cómo sacar provecho de ellos (véase Scott Kirsner en Inventando el cine).
Aquí algunos ejemplos.

1 – La escritura: Platón – Fedro
Diálogo platónico

En resumen, el invento de la escritura es un desastre porque destruye la memoria al sustituirla y dejarla en desuso – Por otra parte la escritura permite la circulación de las ideas lejos de quien las ha pensado y en mano de los ignorantes que la desconocen se desvirtuará.

Transcripción aquí*.

2 – John Philip Sousa, compositor de marchas, en Appletons Magazine (1906) sobre gramófono y pianolas: «llegan esas máquinas parlantes, reduciendo la expresión de la música a sistemas matemáticos de megáfonos, ruedas, piñones, discos y cilindros […]». Para Sousa, el Gobierno debía proteger a los artistas.

3 – Hollywood se crea en la costa oeste para no pagar la patente a Edison que a su vez negaba la utilidad masiva de fonógrafo.

4 – La industria del cine contra la radio:
«Hollywood reaccionó prohibiendo a sus mejores artistas ir a programas de radio y las discográficas obligaron a sus músicos a acatar la orden por contrato. Las grandes productoras cinematográficas hicieron lo mismo. En 1932, decidieron de forma conjunta vetar la participación de sus estrellas en la radio. Aunque la medida sólo duró nueve meses, volvió a demostrar que la primera reacción de Hollywood ante una nueva tecnología es el rechazo.
La segunda reacción es su aprovechamiento. Las discográficas usaron la tecnología para recuperarse. Primero sacaron el disco de vinilo de 33 revoluciones por minuto, de mayor capacidad y resistencia. Después usaron la radio para promocionarse, incluyendo pagos bajo cuerda» (S. Kirsner).
 

* El rey Tamus reinaba entonces en todo aquel país, y habitaba la gran ciudad del alto Egipto, que los griegos llaman Tebas egipcia, y que está bajo la protección del Dios que ellos llaman Ammon. Teut [n.mia. una divinidad] se presentó al rey y le manifestó las artes que había inventado, y le dijo lo conveniente que era extenderlas entre los egipcios. El rey le preguntó de qué utilidad seria cada una de eílas, y Teut le fué explicando en detalle los usos de cada una; y según que las explicaciones le parecían más ó menos satisfactorias, Tamus aprobaba ó desaprobaba. Dícese que el rey alegó al inventor, en cada uno de los inventos, muchas» razones en pro y en contra, que sería largo enumerar. Cuando llegaron á la escritura:

«I Oh rey I le dijo Teut, esta invención hará á los egípcios más sabios y servirá á su memoria; he descubierto un remedio contra la dificultad de aprender y retener (1).
—Ingenioso Teut, respondió el rey, el genio que inventa las artes no está en el caso que la sabiduría que aprecia las ventajas y las desventajas que deben resultar de su aplicación. Padre de la escritura y entusiasmado con tu invención, la atribuyes todo lo contrario de sus efectos verdaderos. Ella no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán á caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das á tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque Ctiando vean que pueden aprender ‘muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida.»

FEDRO. Mi querido Sócrates, tienes especial gracia para pronunciar discursos egipcios, y lo mismo los harías de todos los países del universo, si quisieras.

SÓCRATES.
Amigo mió, los sacerdotes del santuario de Júpiter en ‘ Dodona decían que los primeros oráculos salieron de una encina. Los hombres de otro tiempo, que no tenían la sabiduría de los modernos, en sú sencillez consentían escuchar á una encina ó á una piedra (2), con tal que la piedra ó la encina dijesen verdad. Pero tú necesitas saber el nombre j el país del que habla, y no te basta examinar si lo que dice es verdadero ó falso.

FEDRO.
Tienes razón en reprenderme, y creo que es preciso juzgar la escritura como el te baño.

SÓCRATES.
El que piensa trasmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree á su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudiesen darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio; y seguramente ignora el oráculo de Ammon, si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata.

FEDRO.
Lo que acabas de decir es muy exacto.

SÓCRATES.
Este es, mi querido Fedro, el inconveniente así de la escritura como de la pintura; las producciones de este último arte parecen vivas, pero interrogadlas, y veréis que guardan un grave silencio. Lo mismo sucede con los discursos escritos; al oirlos ó leerlos creéis que piensan; pero pedidles alguna explicación sobre el objeto que contienen y os responden siempre la misma cosa. Lo que una vez está escrito rueda de mano en mano, pasando de los que entienden la materia á aquellos para quienes no ha sido escrita la obra, y no sabiendo, por consiguiente, ni con ‘ quién debe hablar, ni con quién debe callarse. Si un escrito se ve insultado ó despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre; porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse.