La industria de la desinformación y la ley TTPA
El laboratorio olvidado donde comenzó la manipulación política con datos
Por Simona Levi, xnet – Instituto para la Digitalización Democrática
El 10 de octubre entra en vigor el Reglamento sobre la Transparencia de la Publicidad Política Dirigida. (Regulation on the Transparency and Targeting of Political Advertising – TTPA).
Corría el año 1960. En Estados Unidos, una campaña presidencial reñida enfrentaba a un joven senador de apellido Kennedy con el entonces vicepresidente Nixon. Mientras los focos mediáticos se centraban en los discursos y debates televisados, una discreta empresa trabajaba en la sombra con una promesa revolucionaria: utilizar ordenadores para anticipar el comportamiento de los votantes.
Esta empresa, bautizada como Simulmatics Corporation, no era un gigante ni un nombre familiar para el gran público. Pero entre sus manos tenía un proyecto ambicioso: modelar la conducta humana a través de datos. Usando encuestas previas, construyeron perfiles de electores agrupados por región, religión, clase social y otros factores (hasta 480 categorías). A partir de ahí, diseñaban predicciones sobre cómo reaccionarían a determinados mensajes o políticas. Así se definió: «Un programa de computadora diseñado para predecir y manipular el comportamiento humano, todo tipo de comportamiento humano, desde comprar un lavavajillas hasta contrarrestar una insurgencia o emitir un voto.»
Simulmatics fue pionera en lo que hoy conocemos como microtargeting: adaptar el discurso político a segmentos específicos de la población. Sus métodos eran experimentales, su impacto directo difícil de medir, pero su lógica era clara. Por primera vez, una campaña se atrevía a pensar que podía “leer” la mente del electorado, no con intuición política, sino con cálculos matemáticos.
El trabajo de esta empresa fue utilizado por el equipo de Kennedy, aunque nunca se reconoció oficialmente. Y aunque los informes elaborados por Simulmatics no contenían revelaciones extraordinarias —muchas de sus recomendaciones coincidían con la intuición de asesores tradicionales—, el solo hecho de aplicar una lógica algorítmica al comportamiento democrático sembró inquietud.
Cuando la empresa mostró por primera vez la «máquina» a los operativos demócratas en 1959, Newton Norman Minow, asesor demócrata que poco después presidiría la Comisión Federal de Comunicaciones, escribió: «Sin prejuzgar, mi propia opinión es que tal cosa (a) no puede funcionar, (b) es inmoral, (c) debería ser declarada ilegal».
El ensayo general de la manipulación a gran escala
Lo que ocurrió en 1960 fue el preludio de una era. Medio siglo más tarde, esa misma lógica —con datos más precisos, algoritmos más sofisticados y plataformas globales como Facebook— alcanzaría una escala industrial. Lo sabemos con certeza desde el escándalo de Cambridge Analytica (2018) y, a pesar de que la UE lo ha prohibido en 2024 (DSA), hemos demostrado que es un producto que se sigue vendiendo también a nuestro partidos políticos [https://www.liberties.eu/en/stories/wtm-project-intro/45068].
Para ver el alcance de la segmentación de datos de toda la población actual, puede ser de interés ojear este documento. De las 480 categorías de Simulmatics, hemos pasado a las más de 60.000, desde los gustos sexuales a las compras.

A esto se suma una costumbre predigital anacrónica de nuestra era, cosa que llevo año denunciando; un caso extremo de mal uso de los datos en los proceso electorales. Previo a cada elección se entrega a todos los partidos políticos el censo. Es decir todos los partidos políticos saben por ejemplo donde vive cada uno de nosotros [2].
¿Por qué os cuentos todo esto hoy? Porque el 10 de octubre de 2025 entra en vigor el Reglamento de la Transparencia y Segmentación de la Publicidad Política (TTPA, su acrónimo en inglés), otra ocasión ignominiosamente perdida para regular la situación. Si bien es un avance, es demasiado tímido para parar el desastre de la desinformación partidista.
Se basa en un error intencionado y recurrente del enfoque sobre desinformación: querer corregir el contenido afectando la libertad de expresión, en lugar de tratar la desinformación como un negocio, porque lo es, y destruir sus posibilidad de prosperar. Antes que nada, trata de acotar el significado de «publicidad política», cuando todo los grandes propagandistas de la historia han explicado tanto con la teoría como con los hechos que la buena propaganda se hace a través de formatos y canales que no parecen de propaganda.
El TTPA sí prohíbe la segmentación basada en datos que empezó Simulmatics, pero…solo para los datos sensibles como la opiniones políticas, la afiliación sindical, la raza, la salud, la religión, etc. ¿Por qué no impedir la publicidad basada en el procesamiento de datos personales en general? Volveríamos a la publicidad igual para todos como en los viejos tiempos, solo sufrirían realmente los grandes monopolios de la publicidad online, empezando por Google. Pero los partidos no quieren renunciar a su manipulación partidista.
La historia de Simulmatics nos recuerda que la tentación de manipular al electorado no es nueva sino que es parte del propio diseño de las elecciones. El problema no es la desinformación como concepto abstracto, sino quién financia masivamente su creación y viralización, es decir qué intereses sirve.
Por eso, propongo [1] un nuevo enfoque para luchar contra la manipulación informativa o desinformación, como la queramos llamar. Es necesaria una trazabilidad de la financiación en comunicación, una obligación de verificación incluso y sobre todo en comunicación institucional y partidista. Solo así podremos defender el derecho de la ciudadanía a decidir con conocimiento y sin trampas. La solución no pasa por censurar las redes ni restringir la libertad de expresión. Pasa por garantizar que las reglas del juego democrático sean claras, verificables y equitativas.
[1] Simona Levi et al.
Fake You – An Activist’s Guide to Defeating Disinformation
Don’t blame the people; don’t blame the Internet. Blame the power.
Governments, political parties, mass media, large corporations and fortunes: the monopolies of information manipulation and the threats to freedom of expression.
Más información:
https://xnet-x.net/es/nuestra-posicion-sobre-adtech/
https://xnet-x.net/en/fakeyou-disinformation-free-download/
https://xnet-x.net/es/proteccion-datos-censo-propaganda-electoral/
https://xnet-x.net/es/emfa-libertad-medios-anuncios-politicos-political-ads/